domingo, 25 de noviembre de 2012

1X02 La huída


(Momento actual)
Valencia , 19 de noviembre de 2012, 00:39

Dicen que todos los nómadas huyen siempre hacia el mismo lado, hacia el oeste. Es posible que fuese ese el instinto que les hizo a todos correr hacia dicho punto.
Había pasado un par de horas desde que “eso” había aparecido, se había instaurado un mejor control de seguridad. Ahora todos eran dirigidos hacia las afueras de la ciudad. Todos iban caminando por el medio de la carretera, por sus cabezas se escuchaban los helicópteros, y en determinadas ocasiones, unas veces más cerca que otras, y por ello más inquietante, se escuchaba el sonido atronador de metralletas.
Nadie sabía exactamente qué estaba pasando, todos se apresuraban para salir rápido de aquel infierno, en silencio, entre sollozos, envueltos en un aura de pánico.
Entre toda la multitud se encontraba Víctor, intentando analizar lo que sus ojos habían visto, mientras la multitud le empujaba hacía una salida situada en un lugar desconocido. No daba crédito ni podía pensar algo con sentido, aquel asunto pintaba muy mal, y parecía que más tenía que ver con la posibilidad de un ataque alienígena, que con un incendio, como poco antes había barajado.
De pronto se cerró la noche sobre todos ellos, el alumbrado de la ciudad falló y comenzó a aumentar, lo poco que ya podía aumentar, el pánico. Poco a poco, se vieron envueltos en lloros, pisotones y empujones entre aquella incesante niebla y ahora también oscuridad.
-¡Carolina, Carolina!- se escuchaba entre sollozos. Víctor giró la cabeza y vio el origen de la voz. Una niña, de no más de nueve años, estaba agarrada a una farola cercana, con la cara manchada, el pelo enmarañado y dando saltos en busca de algo, en busca de Carolina. Se acercó a la niña: -Vamos, tenemos que salir de aquí cuanto antes- le dijo con voz suave. -¡No!, no me iré sin mi hermana, venía conmigo, pero aquel hombre, aquel estúpido hombre comenzó a correr y a empujar, y… y ella debe de estar por aquí. ¡Carolina!- le respondió la niña. –Se cómo te sientes. Perdida y sola, como todos. Vamos, caminaremos juntos, yo te acompaño, y buscaremos a tu hermana, seguro que aquel hombre la ha arrastrado hacia delante-. Ambos, de la mano, caminaron a grandes pasos, como el resto.
-¿Cómo te llamas?, yo soy Víctor - preguntó, para hacer menos amargo el recorrido. –Me llamo Eva, e iba a casa con mi hermana cuando…- dijo la niña mientras se le apagaba la voz al final. –Así, ¿qué Carolina es tu hermana? Y ¿cómo es?, así te puedo ayudar a buscarla mientras seguimos- continuó Víctor. –Pues es un poquito más baja que tú, morena, con el pelo largo y llevaba una camisa de rallas blancas y azul turquesa- le contó Eva. –Bueno, entonces seguro que pronto la encontraremos- la tranquilizó Víctor.
Todo era monótono hasta aquel momento, esa manera de andar rápido, los sollozos, las lágrimas; pero… todo cambió de color cuando se vio la sombra rosa, de nuevo. Todos se quedaron paralizados. Se escuchó como temblaban los edificios de la derecha. -¡Apartaros!- Se escuchó desde el cielo; y acto seguido comenzó la lluvia de balas desde los helicópteros. Todo el mundo corrió despavorido, la ciudad se transformó en un río caótico de gente en todas direcciones. Hubieron personas que cayeron al suelo, muertos o heridos por las balas. –¡Esto no puede estar ocurriendo! - se escuchó entre la multitud –¡Sálvese quien pueda… escóndase… esto es el infierno…!- todo eran gritos entre la multitud. Víctor cogió más fuerte a Eva de la mano, y corrió hacia una calle de la izquierda. A escasos metros vio una valla que cortaba la calle por obras, la apartó de una patada y atravesó la niebla de la calle con la niña todavía de la mano. Al otro lado de las obras había un parque, allí se dirigió, hizo pasar a la niña a un túnel del parque, y el pasó después.
Ambos quedaron callados, mirando la calle por la que habían llegado, esperando ver qué pasaba.

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