domingo, 2 de diciembre de 2012

1X04 El supermercado


Valencia, 19 de noviembre del 2012, 07:34.

Dicen que cuando se presenta una desgracia, o el mal, en estado puro; siempre lo hace de tres en tres.
Víctor, Carolina y Eva se habían juntado con la mujer de mediana edad de origen africano, la cual se había presentado como Clarise; y estaban esperando a que llegasen al mismo punto, por un lado los dos chicos, y por el otro el hombre de traje polvoriento.

-Hola, yo soy Víctor, ella es Carolina, su hermana pequeña Eva, y Claire- presentó de forma rápida Víctor. En su cabeza solo deseaba pasar todo aquello cuanto antes, para poder buscar un lugar seguro; si es que existía dicho lugar. –Pues yo soy Bruno, y él es mi novio, Marcos- dijo el joven moreno y más alto de los dos. Todos se saludaron y se quedaron mirando al hombre trajeado, que no paraba de mirar con la cabeza agachada la gran cantidad de escombros. -¡Eh! Estamos aquí, será mejor que venga con nosotros, y entre todos busquemos un lugar seguro, antes de que esa cosa nos encuentre de nuevo- gritó Carolina hacia el hombre. Pero el hombre no hizo ningún gesto especial, siguió mirando al suelo. – ¡Señor! ¿No me oye? Será mejor que venga con nosotros, si quiere…- comenzó a decir de nuevo Carolina, pero aquellas palabras quedaron inaudibles bajo un sonido nuevo. El sonido procedía de escasos metros, quizá a una calle de donde se encontraban. A Eva le recordó al rugido de un león, pero si aquello era un león, debería de ser muy grande; pues el ruido había conseguido incluso hacerle daño en los oídos.
-Tss, ¡silencio! ¡Agachaos! ¡No hagáis ruido!- dijo Víctor mientras se ponía de cuclillas y hacía gestos con las manos para que todos hicieran lo mismo que él. Y esta vez sin niebla, todos lograron verlo perfectamente, a 20 metros de donde estaban ellos, al final de la calle, y a tan solo unos pasos del hombre trajeado; salió aquella bestia. Debía de medir más de 30 metros de largo y unos 10 de alto. Tenía forma de gran serpiente rosa, con numerosos cuernos en la cabeza, y unos dientes gigantescos.
Rugió de nuevo. Su sonido se escuchó con claridad. Aquella cosa tenía hambre, y había encontrado como saciarla. – ¡Corred! Hacia allí- gritó Víctor, mientras comenzaba la carrera y con las manos empujaba, para poner en marcha al resto del grupo. Entonces vio un pequeño supermercado, con la puerta entreabierta y hacia allí los dirigió para esconderse. Mientras corrían, Clarise tuvo tiempo de girar la cabeza, y ver a aquella gran bestia, vio cómo se irguió, como se acercó a aquel hombre trajeado, que para entonces había dejado de mirar al suelo, para mirar hacia el cielo, en dirección de aquella cosa, con expresión de sorpresa; y por último vio como haciendo un giro, ese enorme dragón rosa se lanzó contra el hombre, lo partió por la mitad con sus afilados colmillos, y se lo tragó mientras la otra mitad, formada por la cadera y las piernas, caían al suelo dando pequeñas patadas al aire.
Una vez dentro del supermercado, los seis se escondieron detrás de las estanterías y permanecieron en silencio. Después de unos minutos sin haber escuchado nada, Víctor y Bruno salieron despacio de detrás de las estanterías, se dirigieron hacia la puerta de cristal, y miraron hacia el final de la calle; viendo tan solo escombros y cadáveres, donde unos minutos atrás había estado comiendo aquel dragón.
-Está bien, parece que se ha vuelto a ir, o esconder de nuevo; será mejor que sigamos en silencio, y por ello, haciendo el menor ruido posible, mientras permanecemos aquí escondidos- comunicó Víctor al resto del grupo.
- ¡Decidme que habéis visto todos, lo que yo! ¿Cómo es posible, de dónde ha salido una bestia de ese tipo? Yo, mmm, yo…- y Carolina se quedó sin palabras para dar paso al llanto.
-Tranquila, cariño. Todo es desconcertante, pero aquí estamos, contigo. Todo va a salir bien de ahora en adelante. Estoy segura que lo peor ha pasado- intentó tranquilizarla Clarise mientras se llevaba a su regazo la cara llena de lágrimas de Carolina, la cual a su vez llevaba de la mano a su pequeña hermana Eva, con todavía cara de sorpresa e incredulidad.

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