Valencia, 19 de noviembre del 2012, 07:34.
Dicen que cuando se presenta una desgracia, o el mal, en
estado puro; siempre lo hace de tres en tres.
Víctor, Carolina y Eva se habían juntado con la mujer de
mediana edad de origen africano, la cual se había presentado como Clarise; y
estaban esperando a que llegasen al mismo punto, por un lado los dos chicos, y
por el otro el hombre de traje polvoriento.
-Hola, yo soy Víctor, ella es Carolina, su hermana pequeña
Eva, y Claire- presentó de forma rápida Víctor. En su cabeza solo deseaba pasar
todo aquello cuanto antes, para poder buscar un lugar seguro; si es que existía
dicho lugar. –Pues yo soy Bruno, y él es mi novio, Marcos- dijo el joven moreno
y más alto de los dos. Todos se saludaron y se quedaron mirando al hombre
trajeado, que no paraba de mirar con la cabeza agachada la gran cantidad de
escombros. -¡Eh! Estamos aquí, será mejor que venga con nosotros, y entre todos
busquemos un lugar seguro, antes de que esa cosa nos encuentre de nuevo- gritó
Carolina hacia el hombre. Pero el hombre no hizo ningún gesto especial, siguió
mirando al suelo. – ¡Señor! ¿No me oye? Será mejor que venga con nosotros, si quiere…-
comenzó a decir de nuevo Carolina, pero aquellas palabras quedaron inaudibles
bajo un sonido nuevo. El sonido procedía de escasos metros, quizá a una calle
de donde se encontraban. A Eva le recordó al rugido de un león, pero si aquello
era un león, debería de ser muy grande; pues el ruido había conseguido incluso
hacerle daño en los oídos.
-Tss, ¡silencio! ¡Agachaos! ¡No hagáis ruido!- dijo Víctor
mientras se ponía de cuclillas y hacía gestos con las manos para que todos
hicieran lo mismo que él. Y esta vez sin niebla, todos lograron verlo
perfectamente, a 20 metros de donde estaban ellos, al final de la calle, y a
tan solo unos pasos del hombre trajeado; salió aquella bestia. Debía de medir
más de 30 metros de largo y unos 10 de alto. Tenía forma de gran serpiente
rosa, con numerosos cuernos en la cabeza, y unos dientes gigantescos.
Rugió de nuevo. Su sonido se escuchó con claridad. Aquella
cosa tenía hambre, y había encontrado como saciarla. – ¡Corred! Hacia allí-
gritó Víctor, mientras comenzaba la carrera y con las manos empujaba, para
poner en marcha al resto del grupo. Entonces vio un pequeño supermercado, con
la puerta entreabierta y hacia allí los dirigió para esconderse. Mientras corrían,
Clarise tuvo tiempo de girar la cabeza, y ver a aquella gran bestia, vio cómo
se irguió, como se acercó a aquel hombre trajeado, que para entonces había
dejado de mirar al suelo, para mirar hacia el cielo, en dirección de aquella
cosa, con expresión de sorpresa; y por último vio como haciendo un giro, ese
enorme dragón rosa se lanzó contra el hombre, lo partió por la mitad con sus
afilados colmillos, y se lo tragó mientras la otra mitad, formada por la cadera
y las piernas, caían al suelo dando pequeñas patadas al aire.
Una vez dentro del supermercado, los seis se escondieron
detrás de las estanterías y permanecieron en silencio. Después de unos minutos
sin haber escuchado nada, Víctor y Bruno salieron despacio de detrás de las
estanterías, se dirigieron hacia la puerta de cristal, y miraron hacia el final
de la calle; viendo tan solo escombros y cadáveres, donde unos minutos atrás
había estado comiendo aquel dragón.
-Está bien, parece que se ha vuelto a ir, o esconder de
nuevo; será mejor que sigamos en silencio, y por ello, haciendo el menor ruido
posible, mientras permanecemos aquí escondidos- comunicó Víctor al resto del
grupo.
- ¡Decidme que habéis visto todos, lo que yo! ¿Cómo es
posible, de dónde ha salido una bestia de ese tipo? Yo, mmm, yo…- y Carolina se
quedó sin palabras para dar paso al llanto.
-Tranquila, cariño. Todo es desconcertante, pero aquí
estamos, contigo. Todo va a salir bien de ahora en adelante. Estoy segura que
lo peor ha pasado- intentó tranquilizarla Clarise mientras se llevaba a su
regazo la cara llena de lágrimas de Carolina, la cual a su vez llevaba de la
mano a su pequeña hermana Eva, con todavía cara de sorpresa e incredulidad.
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