Valencia, 19 de noviembre del 2012, 21:47
“Todo había cambiado de repente: el tono, el clima moral. No
sabías qué pensar, a quién escuchar. Era como si durante toda tu vida te
hubieran llevado de la mano como a un pequeño y, de pronto, te encontraras solo
y tuvieras que aprender a andar. Ya no quedaba nadie, ni la familia ni las
personas cuya opinión merecía su respeto. En aquel tiempo sentías la necesidad
de comprometerte con algo absoluto –la vida, la verdad o la belleza- que
gobernara tu vida y remplazara unas leyes del hombre que habían sido descartadas.
Sentías la necesidad de entregarte a una meta última con todas tus fuerzas, sin
reservas, como no habías hecho nunca en los apacibles viejos tiempos, en la
antigua vida que ahora estaba abolida y había desaparecido para siempre.”
La noche, una vez más inundó todo Valencia. Sin luz en la
ciudad, dentro de aquel supermercado, los chicos habían encendido unas velas y
se disponían a su alrededor. Habían buscado por todo el supermercado, y con
unas cajas de cartón, unos plásticos y unas chaquetas que había allí, se habían
improvisado unas camas para pasar la noche.
La primera en dormirse fue la pequeña Eva, sobre el regazo
de su hermana mayor, mientras ésta le acariciaba el pelo. La verdad es que
todos estaban cansados. Las últimas horas habían sido muy angustiosas para
todos, y en las que primaba el instinto de supervivencia por encima de los
pensamientos. Ahora, cada uno era presa de sus pensamientos. Tenían muchas
cosas en las que pensar, y las que aceptar. Aunque en aquel lugar, ya
tranquilo, de momento, por encima de la mente, tenían todas aquellas preguntas
sin respuestas.
Pasadas unas horas, unos cuantos dormían y el resto hacían
guardia, pero en silencio, sin hacer ningún ruido. Hacía un rato, se había
escuchado un gran ruido fuera, seguramente el dragón seguía por la zona,
buscando carne para comer y mientras, el grupo estaba intentando sobrevivir en
el interior de la tienda, sin imaginar hasta dónde había llegado la magnitud
del problema ¿Estaría Valencia arrasada? ¿Quedaría mundo fuera? ¿Solo era un
dragón o había más de esos ahí fuera?
Eran cerca de las cuatro cuando por la parte superior del
edificio se empezó a escuchar ruido, asustado, Víctor despertó al resto del
grupo para buscar un sitio donde esconderse. -¿Qué tal aquel pequeño almacén?-dijo
Carolina señalando una puerta al final de la tienda. –Esperemos que no nos
encuentre ¡corred!- dijo Víctor dirigiendo a todos lo más rápido posible hacia
la puerta.
-Pero el dragón es muy grande, no cabe aquí, igual es la
policía que viene a salvarnos.- dijo la pequeña Eva. – Eva, ahí afuera está
pasando algo muy raro y muy malo, no sabemos si está solo ese bicho o si hay
otros que si puedan entrar, y calla que nos van a oír.- le contesto su hermana
Carolina casi en un susurro.
Los ruidos se escuchaban más cerca, procedían del piso de
arriba. Todos estaban en silencio, escuchando, intentando averiguar qué era lo
que oían. Entonces se escuchó abrir la puerta de uno de los laterales de la
tienda, la que daba acceso al interior de los pisos, fuese lo que fuese, había
ido bajando por los pisos hasta llegar abajo del todo, quizá incluso guiado por
el olor a ser humano, olor a comida.
Se escuchó como algo caía en la tienda, ruido de latas y
botes. Los chicos, asustados, se agarraron unos contra otros en el fondo del
almacén. Víctor sentía latir su corazón en la sien, presa del pánico. Su cabeza
pensaba, si entra ¿salto a defenderme o me quedo en el fondo del almacén?, se
le aceleró el pulso, escuchó como había algo al otro lado de la puerta y
entonces la puerta se abrió.
-¡Mátalo!- se escuchó la voz fuerte de una mujer- ¡Acaba con
él!-
Y una luz cegadora no les dejó ver lo que había en el otro
lado del marco de la puerta.
-¡No! Son civiles- dijo una voz de hombre por detrás de la
luz.
-¿Podéis apagar eso, o bajarlo? Me estoy quedando ciega-Se
quejó Clarise desde el fondo del almacén, donde ya se estaban poniendo de pie
todos.
Cuando bajaron la linterna, pudieron ver que se trataban de
5 personas, 4 chicos y una chica, vestidos con ropa militar y cargados de atuendos
del ejército, metralletas, walkies, cascos,…
-¿Qué hacéis ahí? ¡Os podríamos haber matado!- dijo la chica
vestida de militar mientras tendía la mano hacia el grupo para ayudarlos a
salir del almacén.
-Ya lo hemos visto, y menos mal que su compañero se ha dado
cuenta de que somos personas y no enormes dragones- se quejó Víctor.
-¿Habéis visto? Es la policía y ha venido a rescatarnos, han
venido, estamos salvados- comenzó a gritar Eva mientras saltaba de alegría
alrededor de todos.
-Más o menos- dijo la chica de militar- Yo soy Ana Lucía,
pertenezco al ejército de aire, y ellos son compañeros, son del ejército de
tierra, todos estamos aquí como primera misión de derribar a la bestia, pero ha
sido imposible y por ello, volvíamos a nuestra base para ponernos a salvo,
cuando nos quedamos sin combustible y quedamos en la terraza de este edificio.
Tenemos que encontrar rápido mangueras o tubos para extraer gasolina de algún
coche y poder salir de aquí antes de dos horas y veinte minutos- dijo mirándose
el reloj- o estaremos muertos.
-Espera un momento, ¿Cómo que estaremos muertos?- dijo
Bruno.
-Se ha dado la orden desde Valencia que bombardeen la zona
centro de Valencia para acabar con ese monstruo- dijo uno de los militares.
-¿Qué, y todas las personas que estamos aquí?- dijo cabreada
Carolina.
-Créeme, hemos estado sobrevolando toda esta zona hasta hace
un rato, y no queda nada.- le contestó Ana Lucía.
-Pues nosotros estamos aquí, así que da la orden de que no
bombardeen hasta que estemos a salvo.- Concluyó Carolina señalando el walki que
llevaba en una de los las asas de la mochila.
-¿No lo entiendes? Si no salimos de aquí antes de que se
termine el tiempo, una vez pasadas las dos horas, no les importaréis vosotros,
ni nosotros aunque sigamos aquí, todo el centro desaparecerá, y en cuanto al
walki, no hace falta perder más fuerzas en intentar usarlo, ha dejado de
funcionar desde hace un rato, y no sabemos cuál es la causa, pero no tenemos
contacto con el exterior.- se defendió Ana Lucía- Y ahora, vamos a colaborar
todos, buscaremos algo por la tienda para sacar la gasolina de los coches que
hay en la calle, cerca del edificio, para no correr riesgo, y volveremos todos
en helicóptero a la base, en menos de dos horas.
-Vaya, nunca había oído que un helicóptero fuese con
diferente gasolina y gasoil de varios coches mezclados.- comentó Clarise.
-Digamos que no funcionaría para hacer un viaje de muchos
kilómetros, acabarían quemando el motor, pero nosotros solo lo queremos para
recorrer un par de ellos, así que bastará, después me despediré de mi viejo
helicóptero y que me den otro nuevo- aclaró Ana Lucía.
Estuvieron un rato buscando por las estanterías, pero no
encontraron nada útil para extraer gasolina de los coches, por lo que Ana Lucía
decidió pasar al plan B – debemos ir a una gasolinera cercana, todos juntos, y
sin ser vistos- les anunció al resto.
-Si pasamos esas dos calles- dijo Bruno señalando al oeste-
podemos pasar a las vías del tren e ir rápidamente a la zona donde repostan los
trenes, creo que es lo más cercano que hay parecido a una gasolinera.
-De acuerdo, pero no os separéis- dijo Ana Lucía, mientras
posicionaba su metralleta de forma de ataque y hacía un gesto con la cabeza al
resto de militares. Los otros cuatro chicos salieron por la puerta que daba a
la calle, con la metralleta en alto e inspeccionando cada paso que daban,
parecía un despliegue de policías, como los SWAT hacían en las películas.
Cada vez se pone mas interesantes! :)
ResponderEliminarque bueno el relato
ResponderEliminarme ha gustado mucho
me quedo por aqui te sigo por gfc
miblogbyamo.blogspot.com