domingo, 9 de diciembre de 2012

1X05 Los militares


Valencia, 19 de noviembre del 2012, 21:47

“Todo había cambiado de repente: el tono, el clima moral. No sabías qué pensar, a quién escuchar. Era como si durante toda tu vida te hubieran llevado de la mano como a un pequeño y, de pronto, te encontraras solo y tuvieras que aprender a andar. Ya no quedaba nadie, ni la familia ni las personas cuya opinión merecía su respeto. En aquel tiempo sentías la necesidad de comprometerte con algo absoluto –la vida, la verdad o la belleza- que gobernara tu vida y remplazara unas leyes del hombre que habían sido descartadas. Sentías la necesidad de entregarte a una meta última con todas tus fuerzas, sin reservas, como no habías hecho nunca en los apacibles viejos tiempos, en la antigua vida que ahora estaba abolida y había desaparecido para siempre.”

La noche, una vez más inundó todo Valencia. Sin luz en la ciudad, dentro de aquel supermercado, los chicos habían encendido unas velas y se disponían a su alrededor. Habían buscado por todo el supermercado, y con unas cajas de cartón, unos plásticos y unas chaquetas que había allí, se habían improvisado unas camas para pasar la noche.
La primera en dormirse fue la pequeña Eva, sobre el regazo de su hermana mayor, mientras ésta le acariciaba el pelo. La verdad es que todos estaban cansados. Las últimas horas habían sido muy angustiosas para todos, y en las que primaba el instinto de supervivencia por encima de los pensamientos. Ahora, cada uno era presa de sus pensamientos. Tenían muchas cosas en las que pensar, y las que aceptar. Aunque en aquel lugar, ya tranquilo, de momento, por encima de la mente, tenían todas aquellas preguntas sin respuestas.

Pasadas unas horas, unos cuantos dormían y el resto hacían guardia, pero en silencio, sin hacer ningún ruido. Hacía un rato, se había escuchado un gran ruido fuera, seguramente el dragón seguía por la zona, buscando carne para comer y mientras, el grupo estaba intentando sobrevivir en el interior de la tienda, sin imaginar hasta dónde había llegado la magnitud del problema ¿Estaría Valencia arrasada? ¿Quedaría mundo fuera? ¿Solo era un dragón o había más de esos ahí fuera?
Eran cerca de las cuatro cuando por la parte superior del edificio se empezó a escuchar ruido, asustado, Víctor despertó al resto del grupo para buscar un sitio donde esconderse. -¿Qué tal aquel pequeño almacén?-dijo Carolina señalando una puerta al final de la tienda. –Esperemos que no nos encuentre ¡corred!- dijo Víctor dirigiendo a todos lo más rápido posible hacia la puerta.
-Pero el dragón es muy grande, no cabe aquí, igual es la policía que viene a salvarnos.- dijo la pequeña Eva. – Eva, ahí afuera está pasando algo muy raro y muy malo, no sabemos si está solo ese bicho o si hay otros que si puedan entrar, y calla que nos van a oír.- le contesto su hermana Carolina casi en un susurro.
Los ruidos se escuchaban más cerca, procedían del piso de arriba. Todos estaban en silencio, escuchando, intentando averiguar qué era lo que oían. Entonces se escuchó abrir la puerta de uno de los laterales de la tienda, la que daba acceso al interior de los pisos, fuese lo que fuese, había ido bajando por los pisos hasta llegar abajo del todo, quizá incluso guiado por el olor a ser humano, olor a comida.
Se escuchó como algo caía en la tienda, ruido de latas y botes. Los chicos, asustados, se agarraron unos contra otros en el fondo del almacén. Víctor sentía latir su corazón en la sien, presa del pánico. Su cabeza pensaba, si entra ¿salto a defenderme o me quedo en el fondo del almacén?, se le aceleró el pulso, escuchó como había algo al otro lado de la puerta y entonces la puerta se abrió.
-¡Mátalo!- se escuchó la voz fuerte de una mujer- ¡Acaba con él!-
Y una luz cegadora no les dejó ver lo que había en el otro lado del marco de la puerta.
-¡No! Son civiles- dijo una voz de hombre por detrás de la luz.
-¿Podéis apagar eso, o bajarlo? Me estoy quedando ciega-Se quejó Clarise desde el fondo del almacén, donde ya se estaban poniendo de pie todos.
Cuando bajaron la linterna, pudieron ver que se trataban de 5 personas, 4 chicos y una chica, vestidos con ropa militar y cargados de atuendos del ejército, metralletas, walkies, cascos,…
-¿Qué hacéis ahí? ¡Os podríamos haber matado!- dijo la chica vestida de militar mientras tendía la mano hacia el grupo para ayudarlos a salir del almacén.
-Ya lo hemos visto, y menos mal que su compañero se ha dado cuenta de que somos personas y no enormes dragones- se quejó Víctor.
-¿Habéis visto? Es la policía y ha venido a rescatarnos, han venido, estamos salvados- comenzó a gritar Eva mientras saltaba de alegría alrededor de todos.
-Más o menos- dijo la chica de militar- Yo soy Ana Lucía, pertenezco al ejército de aire, y ellos son compañeros, son del ejército de tierra, todos estamos aquí como primera misión de derribar a la bestia, pero ha sido imposible y por ello, volvíamos a nuestra base para ponernos a salvo, cuando nos quedamos sin combustible y quedamos en la terraza de este edificio. Tenemos que encontrar rápido mangueras o tubos para extraer gasolina de algún coche y poder salir de aquí antes de dos horas y veinte minutos- dijo mirándose el reloj- o estaremos muertos.
-Espera un momento, ¿Cómo que estaremos muertos?- dijo Bruno.
-Se ha dado la orden desde Valencia que bombardeen la zona centro de Valencia para acabar con ese monstruo- dijo uno de los militares.
-¿Qué, y todas las personas que estamos aquí?- dijo cabreada Carolina.
-Créeme, hemos estado sobrevolando toda esta zona hasta hace un rato, y no queda nada.- le contestó Ana Lucía.
-Pues nosotros estamos aquí, así que da la orden de que no bombardeen hasta que estemos a salvo.- Concluyó Carolina señalando el walki que llevaba en una de los las asas de la mochila.
-¿No lo entiendes? Si no salimos de aquí antes de que se termine el tiempo, una vez pasadas las dos horas, no les importaréis vosotros, ni nosotros aunque sigamos aquí, todo el centro desaparecerá, y en cuanto al walki, no hace falta perder más fuerzas en intentar usarlo, ha dejado de funcionar desde hace un rato, y no sabemos cuál es la causa, pero no tenemos contacto con el exterior.- se defendió Ana Lucía- Y ahora, vamos a colaborar todos, buscaremos algo por la tienda para sacar la gasolina de los coches que hay en la calle, cerca del edificio, para no correr riesgo, y volveremos todos en helicóptero a la base, en menos de dos horas.
-Vaya, nunca había oído que un helicóptero fuese con diferente gasolina y gasoil de varios coches mezclados.- comentó Clarise.
-Digamos que no funcionaría para hacer un viaje de muchos kilómetros, acabarían quemando el motor, pero nosotros solo lo queremos para recorrer un par de ellos, así que bastará, después me despediré de mi viejo helicóptero y que me den otro nuevo- aclaró Ana Lucía.
Estuvieron un rato buscando por las estanterías, pero no encontraron nada útil para extraer gasolina de los coches, por lo que Ana Lucía decidió pasar al plan B – debemos ir a una gasolinera cercana, todos juntos, y sin ser vistos- les anunció al resto.
-Si pasamos esas dos calles- dijo Bruno señalando al oeste- podemos pasar a las vías del tren e ir rápidamente a la zona donde repostan los trenes, creo que es lo más cercano que hay parecido a una gasolinera.
-De acuerdo, pero no os separéis- dijo Ana Lucía, mientras posicionaba su metralleta de forma de ataque y hacía un gesto con la cabeza al resto de militares. Los otros cuatro chicos salieron por la puerta que daba a la calle, con la metralleta en alto e inspeccionando cada paso que daban, parecía un despliegue de policías, como los SWAT hacían en las películas.

2 comentarios:

  1. Cada vez se pone mas interesantes! :)

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  2. que bueno el relato
    me ha gustado mucho

    me quedo por aqui te sigo por gfc

    miblogbyamo.blogspot.com

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